La piel nace de una mirada
al origen del cristal más débil
de la razón,
allí donde la raíz crece
de modo espontáneo.
No tiene importancia qué boca
amotine el destino del pie,
si el de la suela imaginaria
del monólogo,
de la concha más antigua,
o del miedo más y más recurrente.
Las espinas se fijan siempre
en el bolsillo más humilde,
allá donde los dientes disimulan
la misión engañosa de la vida.
Santiago Hussni
14 noviembre 2006