PERMANENCIAS
Desde la prisión de la continuidad
el puño desase su mirada aturdida
la mano se inventa ceniza
y la luz desgaja todos los olores
olvidados en hierro
en motines
y en la promiscuidad de una celosía
que los labios improvisaron
para desterrar la inocencia del sueño
y ocultar en la retaguardia
cada minuto desandado
en esta invasión de esperas.